martes, diciembre 20, 2005

Mi mejor regalo

Es lindo que te sientan como una nube de algodón...



aunque a veces, solo a veces se vuelve gris...















Desde mi rama podía ver a aquella nube, no era ni grande ni pequeña. Tenía el color de las nubes unas veces blanca, otras gris, y sin embargo me llamo la atención. Salté, desplegué mis alas y volé hacia ella. Revoloteé entre sus formas de algodón, la nube sonreía con mí aletear y así estuvimos un tiempo.
Los días transcurrían, desde mi rama veía a la nube como flotaba, alta sobre la copa de los árboles y cuando volaba hacía ella, en el fondo con un poco de envidia, la nube se volvía gris en ocasiones. Sólo soy una nube, acá arriba hasta los rayos de sol me atraviesan sin detenerse en mí tapo el sol y la tierra se oscurece. Yo movía las alas a su alrededor incrédulo. La nube que podía mecerse con el aire, ingrávida que con un mínimo esfuerzo podría conocer tantas cosas, licuarse, llegar al mar, besar orillas de arenas doradas y luego volver a subir tan alto que hasta yo no podría subir, se volvía gris con su nostalgia y entonces mis plumas se juntaban y me hacían descender.
Llegó el calor y la nube casi, casi desaparece, se hizo tan etérea que si no te fijabas bien no se la veía. Pero yo volaba para sentir su algodón en mis alas, y era entonces cuando venían unos pájaros a jugar con ella, y ella sonreía mientras los mecía en sus cúmulos. Más no tardaba mucho en verse una esquina gris, y ya no era una esquina, sino media nube. Y otra vez desde mis ramas intentaba volar para que el aire arrastrase a la nube y viera que el cielo también puede ser azul y aunque tape al sol, este sigue luciendo por encima de ella.
Y un día la nube rompió en lluvia y lentamente se fue perdiendo entre las gotas, hasta que desapareció del cielo.
Miré a la tierra y pude ver la sonrisa de los hombres porque la lluvia había empapado sus cosechas, baje al río y allí también estaban las gotas de la nube nadando, felices camino del mar, otras conocieron la ciudad y dieron de beber a los niños.
Y allí desde mi rama pude ver el cielo azul, limpio pero echaba de menos a aquella nube.
Un día el viento azotó mi rama y al asomarme vi que con él venía la nube y volé hacia ella, blanca, limpia y me hablo de selvas y de lagos, de lejanos países y de altas montañas cubiertas de nieve.
Desde aquel día la nube nunca más volvió a ser gris y cada verano vuelo a su encuentro.

4 Comments:

  • At 20 diciembre, 2005 10:46, Anonymous Anónimo said…

    un gran regalo!
    enhorabuena, coral

     
  • At 20 diciembre, 2005 12:34, Blogger chin said…

    Bueno, a mí como una nube,... ..no me lo han dicho nunca.
    Como un "osito", sí pero ya te lo contaré otro día :)

     
  • At 20 diciembre, 2005 18:58, Blogger nelsoncisneros said…

    Donde vengo leyéndote desde el post donde te das el baño para purificarte pasando por el de los pies hasta este, siento la impresión de que a tu mente y tu corazón viene un sentimiento de bienestar y alegría, Ojala sea cierta mi apreciación.

    Quiero para ti los mejores deseos de armonía y paz espiritual y emocional, hacia allá van encaminadas mis oraciones.

    Feliz día coralita.

    Nelson

     
  • At 21 diciembre, 2005 22:42, Anonymous Anónimo said…

    Todos buscamos esa nube, pero tenemos que quitar el miedo a volar.

    Cuatro besazos.

     

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